Uno nunca puede dejar de asombrarse del nivel de ignorancia, de prepotencia y de estulticia que puede llegar a desarrollarse en las mentes infectadas por la religión independientemente de la absurda divinidad en la que se crea. Esta vez el ejemplo viene del judaísmo más tradicional. Resulta que un perro vagabundo deambulando por el barrio ultraortodoxo de Mea Shearim en Jerusalén asustó a diversas personas que entraban en un juzgado rabínico. Como no podía ser una simple coincidencia, un avispado juez presente en los hechos recordó que hace dos décadas (menuda memoria) dicha corte religiosa tuvo un fuerte enfrentamiento con un abogado secular. Así que ni corto ni perezoso nuestro intrépido y perspicaz juez barbado sospechó (imagino que con ayuda de Iahvé) que dicho animal impuro y provocador era nada más y nada menos que la posesión o más bien la reencarnación demoniaca del espíritu del difunto abogado antirreligioso y probablemente ateo. ¡Toma ya! Y todo ello sin que le entrara la risa o se muriera de vergüenza ante tamaña estupidez. Pero como la mente de los fanáticos religiosos es insondable y los caminos del señor inextricables, la cosa no quedo ahí. Como tan horrible e impía ofensa no podía quedar sin castigo y el iluminado por Iahvé era además juez, pues no se le ocurrió a nuestro héroe rabínico nada más y nada menos que condenar al demoniaco perro a morir lapidado. Eso sí que es un castigo como dios manda y sin necesidad de juicio, abogado defensor, testigos, peritos expertos en posesiones demoniacas ni otras zarandajas que sólo sirven para dilatar y entorpecer la justicia divina. Si es que este juez israelí es un fenómeno. Lo traemos a España y acaba con las listas de espera en los juzgados en un santiamén.
Pero como todo no iban a ser buenas noticias y ya ni siquiera en la elegida tierra de Israel quedan piadosos que cumplan con la ley mosaica nuestro intrépido protagonista no se arredró y salió el mismo a la calle donde reclutó a varios chiquillos ociosos que pululaban por los alrededores para que hicieran las labores de pelotón de lapidación. Lo dicho, además eficaz en el seguimiento y cumplimiento de las penas. Si es que lo tiene todo. Ríanse ustedes de jueces estrella como Garzón.
Al final, algo se olería el perro porque afortunadamente escapó y la sentencia no se pudo cumplir. Si es que el demonio en su infinita maldad no descansa nunca. Y aunque el juez sigue en activo y nadie se ha planteado encerrarlo en un manicomio (prerrogativas de la fe) un concejal del ayuntamiento de Jerusalén, activistas sociales y asociaciones de defensa de los animales le han denunciado ante el fiscal general israelí.
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