Mucho se ha hablado ya sobre el coste de la religión en las sociedades. Hoy querría centrarme únicamente en el coste económico que supone para un país la construcción de emplazamientos religiosos. Dando un pequeño repaso por Internet he encontrado los siguientes presupuestos de construcción de algunos templos religiosos españoles en los últimos años que os detallo a continuación:
Como se puede observar existe una cierta disparidad de presupuestos debido fundamentalmente al tamaño del templo construido pero haciendo una media resulta que cada nueva iglesia católica que se construye en España sale aproximadamente por unos 2,3 millones de euros. Una parte del dinero lo financian directamente los fieles católicos bien directamente por donaciones o por aportaciones de la propia Iglesia siendo el resto aportado por las diferentes administraciones públicas españolas es decir por todos los españoles sean estos católicos o no. Aunque existe un menor número de casos también se puede apreciar en la tabla precedente que los gastos suntuarios para la adoración de sus respectivos dioses son similares en otras confesiones religiosas arraigadas en nuestro país. Si tenemos en cuenta que sólo en España existen más de 22.500 parroquias católicas (catedrales, iglesias, ermitas, etc) estaríamos hablando de que los españoles nos hemos gastado a lo largo de la Historia la friolera de más de 50.000 millones de euros en la construcción de estos lugares de culto. Como comparación el presupuesto del Ministerio de Ciencia e Innovación español para el año 2011 será de unos 5.400 millones de euros. Súmenles a estos datos históricos que casi todas las iglesias españolas han sufrido renovaciones, reparaciones, etc desde sus consagraciones tanto más cuanto más antiguas son y que las cantidades de cada uno de estos arreglos suelen ser superiores a varios cientos de miles de euros y empezarán a darse cuenta de la ingente cantidad de dinero que llevamos enterrado en un saco sin fondo para mantener este patrimonio. Otro ejemplo podría ser la famosa Sagrada Familia de Antonio Gaudí, imponente catedral que lleva en construcción desde el año 1893 y cuya finalización se presume para el futuro 2026, es decir 133 años de gastos continuos.
¿Y qué me dicen de cuando la construcción de estas megalómanas y faraónicas obras se lleva a cabo en los países del tercer mundo más subdesarrollado? Pues bien, el ejemplo más sobrecogedor es Costa de Marfil que ocupa el puesto número 135 de 182 países en cuanto a renta per cápita y que tiene un gasto sanitario total anual de tan sólo 1200 millones de euros para sus casi 20 millones de habitantes (unos 66 irrisorios euros por habitante y año) en donde se construyó en los años 80 la mayor catedral católica del mundo por un valor de unos vergonzosos y astronómicos 300 millones de euros de la época. Es decir se gastaron el equivalente a un cuarto de su presupuesto sanitario anual en un país asolado permanentemente por brotes de fiebre amarilla y cólera entre otras enfermedades contagiosas y en donde más del 9% de la población está infectada por el virus del SIDA y que encima solo el 34% de su población es cristiana. Pues bien, parece ser que el descomunal esfuerzo de sus habitantes por construirle una morada digna no fue del agrado del bondadoso y magnánimo Dios católico y desde entonces este país se ha ido hundiendo cada vez más en el pozo de la miseria.
En resumen, ¿es que no tienen nada mejor en que invertir su dinero (y muchas veces el de toda la sociedad) todos esos creyentes del mundo tan preocupados como dicen estar por el bienestar de sus congéneres, que no sea construir cientos de miles de edificios a lo largo y ancho del mundo para adorar machacona y supersticiosamente a sus fantasiosas y ególatras deidades?
¿Se imaginan si toda esta inimaginable cantidad de dinero en lugar de gastarse a través de los siglos en esos horrendos monumentos en honor a execrables diosecillos se hubiera puesto al servicio de la investigación sanitaria? ¿cuantas enfermedades ahora incurables tendrían un tratamiento efectivo? Sólo la vacuna contra la viruela desarrollada inicialmente por el genial Edward Jenner y la posterior perseverancia de profesor Viktor Zhdanov, ministro de salud de la entonces Unión Soviética, que hizo un llamamiento en 1958 a la asamblea de la Organización Mundial de la Salud que culminaría con un esfuerzo coordinado de todos los países, a través de una campaña de la propia OMS centrada en la vacunación a gran escala de todos los habitantes del planeta y que permitió la erradicación de tan terrible enfermedad, ha superado todos los buenos deseos de los incontables religiosos que han existido desde los albores de la Humanidad.
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