Los creyentes en su infinita prepotencia afirman que más
allá del tiempo y del espacio existe una entidad omnisciente y benevolente que
además se ocupa de los egoístas deseos y miserables vidas de los piadosos. Y
cuando las desgracias y las tragedias asolan las patéticas vidas de los
creyentes su “argumento” es que “los designios de ese ente ficticio son inescrutables es decir, una trampa como la copa de un pino.
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