Se da la paradoja que en la principal potencia científico-tecnológica
del mundo, miles de estudiantes "aprenden" que Adán y Eva fueron nuestros verdaderos antepasados, que los dinosaurios y el hombre coexistieron o
que los animales depredadores comieron durante mucho tiempo vegetales e hierba
y que no cazaban a sus presas puesto que convivían con ellas en paz y armonía
en el idílico pero real Jardín del Edén.
Y lo que es más increíble, a estos niños se les
"enseña" que desde hace un par de siglos existe una confabulación a
nivel planetario urdida por cientos de miles de las más brillantes mentes de
la Humanidad, los investigadores que se han inventado prácticamente todo
nuestro actual conocimiento científico simplemente para desacreditar la
"verdad" de la Biblia. Y que por supuesto ninguno de los estudios en antropología,
zoología, botánica, bioquímica, biología, geología, astronomía, neurología,
psicología y ese larguísimo etcétera de áreas del saber que nos están desvelando
los misterios del Universo pueden ser ciertos, puesto que contradicen la lectura
literal de un libro supuestamente revelado por un rencoroso y colérico
diosecillo del tres al cuarto a unos pobres alucinados iletrados de una
insignificante tribu de pastores de cabras durante la Edad Del Bronce.
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