Que nuestra derecha carpetovetónica no ha asimilado la Revolución
Francesa es un hecho incuestionable puesto que sigue pensando en términos de
súbditos y no de ciudadanos.
Y el ejemplo más palpable en donde se muestran juntos todos
los tics del pasado es la obcecada "reforma" del aborto, que bajo el
epígrafe de ley para
"La protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada"
condensa en una frase su visión medieval de la vida, puesto
que en primer lugar pone por encima de todo los "derechos" del
concebido, es decir, de un zigoto, mórula o blástula, conjuntos indiferenciados
de unos pocos cientos de células. ¿Y por qué?¿que tienen de especial estas
pocas células que en la mayoría de los casos no llegan a nada, puesto que una
gran parte de las mujeres fecundadas abortan de forma natural y ni siquiera se
enteran que estaban embarazadas? Pues por la ignorante, antigua pero sacrosanta
doctrina de la Iglesia de que la zarza ardiente (o la paloma extraterrestre, o
ambos puesto que lo de la santísima trinidad no lo entiende ni dios) está presente
en todos y cada uno de los coitos que los miles de millones de personas que
poblamos esta rebosante Tierra realizamos de manera constante desde el
principio de los tiempos, insuflando en el preciso momento que el
espermatozoide se funde con el óvulo la misteriosa, intangible y por supuesto
inexistente alma inmortal que supuestamente nos hace ser el culmen de la
creación. ¡Pobres chimpancés, bonobos y gorilas que no saben que son seres
inferiores a nosotros porque nadie escruta sus eyaculaciones! Y por esta locura
inventada por unos pobres dementes de hace milenios, que sabían menos de
biología que el estudiante actual más zoquete de primaria, la derecha medieval
se permite colocar en un segundo plano (tal y como han dictaminado sabiamente
los padres de la iglesia a través de los siglos) a millones de mujeres adultas,
que pasan a ser tratadas como deficientes mentales, seres incapaces de tomar
sus propias decisiones en quizás una de las cuestiones más importantes que debe
dilucidar un ser humano: su derecho o no a dejar descendencia. Y esta locura
llega hasta tal punto, que como no ha tardado en recordarnos una
representante judicial afín al pensamiento de Torquemada, la mujer no solo
debe supeditarse a los embriones viables, sino incluso a aquellos
inviables puesto que si no
"el feto queda completamente desprotegido si se permite el aborto por malformación"
Prueba evidente que con la nueva ley, las españolas se
convertirán en meros soportes de mantenimiento y producción de fetos patrios, y
como nuestros piadosos gobernantes son neoliberales convencidos, pues ya solo
falta que se creen granjas humanas, en donde las mujeres (como las cerdas o las
vacas) dediquen todo su tiempo y esfuerzo, en resumen su vida a la producción
de cristianitos, que buena falta hacen si no queremos ser sobrepasados por el
siempre tenaz enemigo musulmán, que en este asunto tiene perfectamente engrasada
su maquinaría de producción de acólitos con sus siempre sumisas y bien tapadas hembras.
¿Y qué pasa con aquellas españolas que no puedan o sobre
todo que no quieran impíamente cumplir con su sagrado deber con la patria de
aumentar el rebaño cristiano? Pues que serán consideradas ciudadanas de segunda,
a las que hay que compadecer en el primer caso puesto que nunca se realizarán completamente
como mujeres, porque tal y como afirmó
hace ya algún tiempo nuestro ministro talibán de Justicia hay que
"aumentar la protección del derecho por excelencia de la mujer: el de la maternidad"
pero para aquellas que se nieguen herética y obcecadamente a
ejercer el único derecho (y obligación) que el nazionalcatolicismo patrio les
depara, pues muy seguramente serán objeto de una posterior ley (que nuestro muy
cristiano ministro de Justicia, asesorado por supuesto por la integrista Conferencia
Episcopal, tiene ya en mente puesto que estos fanáticos están muy, pero que muy
locos y muy crecidos en su apostólica determinación) siguiendo el piadoso
ejemplo dado por los muy católicos reyes Isabel y Fernando al expulsar a judíos
y moriscos, porque lo que no puede tolerar de ninguna de las maneras es que
estas traidoras a la patria cristiana puedan seguir viviendo (y gastando los
cada vez más limitados recursos públicos) sin cumplir con su sacrosanto deber.
Para la mentalidad retrograda y patriarcal las mujeres son inferiores y se debe legislar y utilizar la violencia real y simbólica para que nunca puedan demostrar lo contrario.
ResponderEliminarMe encanta tu artículo, del cual estoy completamente de acuerdo. Que miedo me dá si me falla el DIU y el puto Gallardón me obliga a tener un hijo que no deseo. Creo que me haré la ligadura y fuera problemas.
ResponderEliminarDiana
ResponderEliminarComo ya escribí en una entrada
http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2014/01/la-nueva-ley-del-aborto-espanola-ha.html
para las mujeres con una mínima cultura y recursos esta ley es agua de borrajas, un brindis al sol o como quiera llamarse puesto que vivimos en un mundo globalizado en donde por unos pocos cientos de euros en una compañía de bajo coste, las españolas podrán viajar a cualquier ciudad europea y allí realizar con garantías lo que sus fanáticos gobernantes les van a impidir por orden de los sotanados de siempre. Por tanto esta ley parece hecha a la medida de RyanAir y similares.
El problema, como siempre, es para aquellas mujeres de las clases más deprimidas: inmigrantes, paradas y similares, miembros de familias sin recursos para las cuales en estos momentos de crisis económica galopante, serán incapaces de conseguir el dinero necesario para un aborto decente en el extranjero y entonces tendrán que elegir entre ponerse en manos de cualquier matasanos sin escrúpulos y sin garantías sanitarias de manera ilegal en España o traer al mundo a otro pobre desgraciado para condenarle a una vida de infortunio y necesidades.