La gran incongruencia de los religiosos en general, y de los cristianos en particular, es que supuestamente todo lo fían a la benevolencia de su deidad, en la que ponen todas sus esperanzas. Y sin embargo, aquellos que no son imbéciles integrales, sin embargo corren desesperados en busca del mejor médico en cuanto se enfrentan a una enfermedad por nimia que sea.
Porque los verdaderos creyentes, como los de esta humorística sátira deben menospreciar el conocimiento y los años de experiencia del médico y tras rezar lo adecuado, ponerse en manos del primer profeta, cuanto más alucinado mejor ¡por supuesto! que seguramente estará bendecido por los dones del Altísimo, o eso es lo que nos llevan predicando durante milenios esos que saben lo que ocurre en el Cielo y más allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario