¿Cómo es que las personas puedan apoyar (exultantemente además) a aquellos que las desprecian, las humillan y además ponen en peligro su futuro y lo que es peor su propia salud? Pues eso se llama “democracia” a la española.
Resulta que la recientes elecciones municipales y autonómica celebradas este domingo en España las derechas neoliberales y las ultraderechas han vencido de manera rotunda de tal manera que a partir de ahora la mayoría de la ciudadanía española estará regida por aquellos mismos políticos que no solo desprecian a esos votantes que les han dado su confianza, sino que son capaces de poner en riesgos la propia vida de sus votantes.
Porque si algo ha quedado claro es que las derechas españolas se han dedicado con ahínco a destruir el poco estado del bienestar conseguido en las últimas décadas. Y así, en la práctica se está desmantelando la educación pública con el objetivo de volver a tiempos no tan lejanos en los que únicamente los más privilegiados podían optar a un título académico.
Pero lo que es peor, es que esos millones de votantes han elegido acabar con las ayudas para los sectores más desfavorecidos (sorprendentemente ellos mismos) y destruir la cada vez más frágil sanidad pública, esa misma que llegado el caso les podría salvar de una enfermedad mortal, porque en realidad en España prácticamente nadie puede pagar un trasplante de órganos, una cirugía complicada o un tratamiento oncológico, herramientas sanitarias cuyo coste supera ampliamente los 100.000 euros por paciente.
Así que a partir de ahora el resumen de toda ésta estrategia neoliberal es simple: quien no tenga dinero suficiente no tiene porqué aspirar a vivir dignamente, tener una educación y por supuesto tampoco poder sobrevivir a una enfermedad grave algo que al paso que vamos solo será accesible a ese 10% de españoles que más tienen y más ganan y que se pueden permitir vivir sin necesidad de los servicios públicos.
Sin embargo, esos millones de descerebrados (porque de raciocinio es evidente que escasean sobradamente) han votado ruina, analfabetismo y muerte. Pero ya se sabe que como reza el viejo dicho castellano “sarna con gusto, no pica”.
Por ello y como reflexión final es evidente que algo falla cuando la manipulación y la intoxicación informativas consiguen que decenas de millones de ciudadanos voten peligrosamente contra sus más elementales derechos humanos y los de sus hijos, dejando totalmente vacío el concepto de democracia hasta el punto de convertirse en un mito etéreo que no sirve más que para perpetuar el secular atraso de esta desgraciada piel de toro.
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