Ahora que en España ha saltado el debate sobre la jornada laboral de cuatro días semanales, los explotadores y sus lacayos de medios de comunicación, gabinetes de estudios económicos y demás correveidiles del poder han desplegado todo su ya viejo (por decirlo de manera diplomática) y más que erróneo argumentario neoliberal.
Porque las razones que se dan ahora para negar una realidad del
siglo XXI son las mismas que se presentaron hace décadas o ya incluso siglos
para combatir cualquier mejora laboral: la ruina del sistema económico. Algo así como un cansino e interminable cuento de ese lobo que llevan pronosticando siglos que vendrá y que nunca jamás aparecerá por ningún lado.
Pero si acabar con la esclavitud y pagar un sueldo por un trabajo, limitar las interminables jornadas de sol a sol a 8 horas diarias, cubrir a los trabajadores con seguros médicos, pagar vacaciones y fines de semana de descanso, igualar el salario de hombres y mujeres, impedir la explotación laboral de la infancia y sustituirla por una educación obligatoria y el resto de mejoras sociolaborales conseguidas por el duro esfuerzo de las reivindicaciones (muchas veces a costa no sólo de sudor, sino también de sangre) no destruyó la economía como los agoreros al servicio del gran capital pronosticaron hace lustros, el recorte de la jornada laboral a 4 días en una sociedad cada vez más hipertecnológica será visto dentro de algunas décadas como algo tan normal como el resto de las conquistas laborales que antes he enunciado. Otra cosa es que eso haga revolverse a todos esos explotadores que viven del trabajo y también del sufrimiento ajenos.
Existe una creencia bastante extendida de que en el pasado el destino del hombre era trabajar más allá de sus fuerzas. Y solo el capitalismo liberó a la humanidad de esta trampa. Los hechos muestran, sin embargo, que fue exactamente lo contrario. El capitalismo llevó a la mayoría de la población a una rueda de ardilla. En la Edad Media, el trabajador agrícola estaba" trabajando " no más de 8 horas Cuando un sirviente tenía que estar despierto todo el día desde la mañana hasta el amanecer, contaba como el salario de dos días, más una gran cantidad de feriados de la iglesia (no solo los domingos), cuando el trabajo estaba, si no prohibido, Definitivamente es muy limitado. En Inglaterra, el tiempo de vacaciones tomaba alrededor de un tercio del año. En Francia, las vacaciones consistían en 52 domingos, 38 feriados y 90 días de descanso. En España, los viajeros extranjeros se sorprendieron al notar que las vacaciones duraron un total de cinco meses allí.
ResponderEliminarLo que más me sorprende es que mientras monarcas cristianos del Antiguo Régimen como Isabel de Castilla y Felipe II defendían jornadas de ocho horas para los indígenas (en las Reducciones jesuitícas eran 6 horas de jornada laboral) tras el triunfo de las revoluciones burguesas los trabajadores españoles no consiguieron la jornada de ocho hora hasta la huelga de la Canadiense de 1919.Isabel la Católica pidió que a los indios se les dieran no más de ocho horas de trabajo, que no trabajaran sábados ni domingos. Finalizadas las obras del Monasterio de El Escorial, Felipe II estableció por un Edicto Real, la jornada laboral para los trabajadores de la construcción. Rezaba así: “Todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán ocho horas al día, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde; las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente, para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y su conservación, sin que falten a sus deberes”. Además, los trabajadores del monasterio recibían ya 10 días de vacaciones y medio salario en caso de accidente: «Si el trabajador se descalabrase que se le abone la mitad del jornal mientras dure la enfermedad». Con razón Paul Lafargue señaló en su magnifico El Derecho a la pereza que el triunfo de la burguesía liberal significo un endurecimiento de las condiciones laborales y un drástico alargamiento de horas trabajadas para las clases populares.
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