Una de las mayores estupideces de las personas religiosas es
presentar como "prueba" de la existencia de su más que inventado
diosecillo del tres al cuarto un supuesto milagro de pacotilla, sea este la
curación milagrosa de un anciano o la supervivencia de un único pasajero en un
accidente aéreo.
Porque en un mundo en donde miles de millones de personas
sufren penurias inimaginables para un ciudadano (cristiano por supuesto)
occidental, el que la adúltera zoofílica le regale unos pocos años más un
anciano casi senil al eliminarle supuestamente un tumor, o en un planeta en donde
millones de personas mueren cada año de las formas más cruelmente horribles que
el hijo demente de la zarza ardiente (pero a la vez la misma persona que su
padre y la rijosa paloma fornicadora si nos atenemos a la Santísima
Triestupidez) salve "milagrosamente" a un único pasajero (a ser
posible blanco y occidental) del amasijo de hierros incandescentes que queda
tras el desplome de un avión en vuelo transoceánico, serían del todo risibles si
no mostraran la más que ofensiva ignorancia hacia todo el sufrimiento humano
que, día sí y día también, asola a gran parte de esta especie de monos con poco
pelo, cabezones, pero que tienen un ego tan desmesurado como para
autodenominarse "pensantes".
Y para certificar esta más que inmensa estupidez, un par de
ejemplos recién traídos de los más que particulares EEUU. Porque allí
finalmente se han presentado las "pruebas" de que un arzobispo de ese
lado del charco, después de llevar más de dos década muerto fue capaz de
resucitar a un bebé que llevaba en parada cardiorespiratoria unos minutos. Y como
no podía ser de otra manera, las "sólidas pruebas" presentadas han
convencido hasta la mismísima Curia Vaticana, por lo que el muerto milagrero
será llevado prontamente a los altares. Luego ya veremos si el agraciado receptor del milagro hace
algo provechoso en su vida, aparte por supuesto de perder miserablemente su
tiempo arrodillado, con las manos muy juntas y dando gracias al finado por el
adoctrinamiento al que más que seguramente le habrán sometido sus más que
ignorantes padres.
El segundo caso es si cabe más estúpido todavía. Allí uno de
los más que habituales comentaristas televisivos de la ultraderecha
cristianofascista (que tanto abundan por esos lares) se ha sacado de la manga
una más que patética asociación. Como el infumable de Donald Trump dió un
discurso el día de la fiesta nacional estadounidense, y en la capital del imperio han ocurrido allí
algunos desastres naturales, pues este descerebrado televisivo (aprovechando que
el Pisuerga pasa por Valladolid tal y como dice el viejo refrán castellano) ha
declarado sin rubor que
"Algo cambió en el reino espiritual el jueves 4 de julio. Nuestro presidente sacudió los lugares celestiales con ese discurso. Algo cambió sobre D.C. [Distrito de Columbia] con dos terremotos y una inundación ahora. Algo está en movimiento en los lugares celestiales sobre esta nación en este momento."
Así que ya tenemos la
explicación a lo mal que va el mundo: las huestes celestiales están tan
centradas en el violador de la Casa Blanca y en salvar la vida a un par de yanquis
¡que claro! no tienen tiempo para resolver esas minucias del hambre en el
Tercer Mundo, las epidemias y los cánceres que matan a adultos y a niños y
demás fruslerías.
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