No deberíamos dejarnos engañar por la supuesta modernidad de
vivir en un mundo repleto de adelantos tecnológicos y avances científicos, puesto
que en España al menos poco o nada ha cambiado desde la más que oscura Edad
Media.
Porque sólo así se puede entender que en pleno siglo XXI un
individuo cuyo único mérito ha sido el ser miembro de esa larga y tan peculiar dinastía
de borbones, la mayoría de cuyos integrantes ha demostrado hasta la saciedad
ser bastante cortos de mente (cuando no directamente débiles mentales) se
permita acudir al conclave de los obispos españoles, esos mismos curiosos
personajes que se visten diariamente como si acudieran a la fiesta del orgullo
gay, y que dicen hablar con la paloma fornicadora, extraño engendro a la vez
padre y hermana de un judío milagrero que estaba más loco que cuerdo (y que en
una sociedad mínimamente avanzada hubiera sido carne de psiquiatra).
Y lo peor de todo es que nuestra testa coronada afirme sin
pudor, rubor o vergüenza y sin ni siquiera el mínimo atisbo de sorna o risa que
“En este inicio del tiempo litúrgico del Adviento, permítanme que les invite a una buena preparación para la llegada de la Navidad”
Y por supuesto que nuestro soberano medieval no se refiere a
que quizás debamos ir ensanchando nuestros pantalones en vista a las pantagruélicas
comidas, cenas y demás saros navideños que con toda seguridad ensancharán
nuestras cinturas y pondrán a prueba nuestros hígados por el más que excesivo
consumo de bebidas alcohólicas tan habitual en estas fechas, sino que habla de
ese tiempo de Adviento en donde los (más que escasos) fieles cristianos verdaderos
que quedan (más o menos un número similar al de osos pandas existentes en China)
dedica su tiempo a la oración y a la introspección en espera vigilante de
la llegada de ese supuesto mesías al que luego durante el resto del año no
hacen ni maldito caso.
Y encima nuestro más que papanatas rey católico se permite
la indecencia de agradecer a la iglesia
“el impacto de su actividad caritativa y social”
cuando por todos es conocido que de los más de 10.000
millones de euros que el estado español regala del dinero de todos los
contribuyentes a esa más que archimillonaria secta únicamente una ínfima parte
se dedica a labores sociales.
Quizás nuestro piadoso soberano debería pensar (si es que la
mezcla consanguínea de enlaces entre primos que lleva ocurriendo en su familia
desde hace siglos y la estulticia católica se lo permitieran) si no sería más
efectivo y rentable dedicar esos mismos 10.000 millones de euros a justicia social
contratando directamente por parte del propio estado a asistentes sociales, enfermeros, creando
comedores públicos o dando ayudas económicas a las familias necesitadas para
que los más desfavorecidos tuvieran cubiertas sus necesidades
básicas sin tener que arrodillarse ante esos cristos sanguinolentos que
presiden esas miles de iglesias llenas a rebosar de oro, joyas y sedas y que
nos mantienen en la más oscura Edad Media intelectual.
Así de claro verdadero y oportuno.
ResponderEliminarGracias por estár recordando lo obvio,Gacias!!!
Hay en España algo mucho peor que la Iglesia y la Casa Real: se trata de Telecinco.
ResponderEliminarMe remito a este artículo:
http://www.eldiario.es/zonacritica/crimenes-escondian-ojos_6_583451650.html
en el que se critica una nueva serie de Telecinco basada en la vida de Ramón Serrano Suñer, que fue el mayor carnicero del franquismo, pero que en la serie tratan como a un niño bueno que ligaba mucho.