En estos momentos en donde
el más casposo, medieval y retrógrado nazionalcatolicismo español no tolera
ningún tipo de "ofensa" al risible y patético cristianismo es hora de
recordar el “Discurso contra Dios” (que ya presenté en una entrada
antigua) del actor y director italiano Roberto Benigni, muy en
la línea del sarcasmo total tipo Dario
Fo, que puede servir de revulsivo, porque no hay nada más genial que esos
siempre irónicos y blasfemos cómicos italianos:
Quiero hacer un breve
paréntesis en relación a la economía divina.
Nuestro señor, creo, podía habernos ayudado
desde el principio. Yo creo en él, porque nunca se sabe. Total si existe,
existe, y si no existe, no jode. Pero si existe, digo: somos cinco mil millones
de personas, ¡y con todos los planetas que hay tenía que meternos a todos en
éste! Es como si un padre tuviera veinte hijos y un edificio de cincuenta pisos
y decidiera encerrarlos a todos en el garaje. ¿De qué estamos hablando? Nos
tendría que haber ubicado un poco mejor.
Pero no, nuestro señor es un capitalista, y
todos estos planetas son un abuso. Pura especulación planetaria. De hecho,
cuando Galileo los descubrió, el Papa lo hizo arrestar enseguida. Lo hizo pasar
por idiota y le dijo: "¿Cómo es ése asunto de que la Tierra gira?".
Galileo dijo: "Es la Tierra la que gira alrededor del Sol, y no como dicen
ustedes". Entonces el Papa dijo: "¿Pero éste es idiota? ¿Han visto alguna
vez una casa girar alrededor de la estufa?".
Naturalmente, además de crear a los hombres,
Dios ha construido a los animales, los vegetales y los minerales: un quilombo
tan grande que ya no se entiende nada. Pero cuando los hombres se enojan, viene
el diluvio universal. Después, Noé tiene tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Los tres
son hombres y dan lugar a las distintas razas. Al rato, Dios lo llama a Moisés
y le dice cuáles son las cosas que se pueden hacer y cuáles no.
Las cosas que se deben hacer son los diez
mandamientos; las que no se deben hacer son los siete pecados capitales. Ahora
bien, yo estudie bien esos siete pecados capitales y son las cosas más
abominables del mundo. Y Dios las hace todas.
La soberbia, por ejemplo: si hay
alguien soberbio, ése es Él, el ser perfectísimo, poderosísimo, presentísimo.
"Comparado conmigo", dice, "Nembo Kid es un imbécil y a Buda lo
saco de taquito". Hace falta un poco más de humildad. El mismo nombre Dios.
Si hubiese elegido un nombre más humilde. Si hubiese dicho: "Soy Guido, no
habrá otro Guido más que yo". O si no: "Ayúdense entre ustedes, que
Guido los ayuda a todos". O "llueve porque Guido quiere". Si
fuese más humilde sería más simpático.
La ira: no hay nadie que se enoje más que él.
¿Adán y Eva arrancaron una manzana? Madre mía, se enojó como un loco.
"¡Fuera! ¡Tú trabajarás con el sudor de tu frente! ¡Tú parirás con dolor!
¡Fuera!". Una manzana yo me la pago, no hay porque enojarse de esa manera.
Está bien, incluso admito que uno se puede enojar por una manzana, pero después
se le pasa. ¡Ah! No, a Él no se le pasó. Van dos millones de años y nos
seguimos bautizando por culpa de esa manzana.
La lujuria: no quiero entrar en asuntos
privados, pero somos todos hijos suyos, ¿o no? Somos cinco mil millones de
personas, ¿o no?
La avaricia: no hay nadie más avaro que Él. Al
pueblo elegido -los judíos- les prometió un pedazo de tierra hace dos millones
de años. "Si, aquella tierra se la prometí, pero nunca dije que se la iba
a dar". ¿O sí?
Los diez mandamientos. Ésa sí que era una buena
idea. Sólo que los hizo a favor del rico. Convengamos que es más fácil ir al
infierno para los pobres que para los ricos. Por ejemplo, a Agnelli, el dueño
de la Fiat, con todo el dinero que le han dejado, le dicen: "Honra al
padre y a la madre" ¿Y qué va a decir? "Gracias madre, gracias padre.
Cuando mueran, lo agarro todo yo".
O no desear las cosas de los demás. También es
algo muy fácil para Agnelli, porque si todo es suyo ¿qué va a desear?
En suma: nuestro señor debería ocuparse un poco
más de los problemas del proletariado. Porque nuestro creador consiguió que nos
insertáramos en el mundo moderno de manera homogénea. Él podría conseguir
enseguida que estuviéramos mejor. Tomemos los inventos, por ejemplo. ¿Por qué
no nos hizo descubrir enseguida la calefacción, evitando que mil millones de
personas murieran de frío en el pasado? ¿No podía? Creó a Adán, tomó una
costilla suya e hizo a Eva. O sea, que bien podía agarrar, no sé, una oreja de
Eva y hacer una estufa. Así quedaban los hombres con una costilla menos y las
mujeres sin una oreja, y aunque hubiese hecho falta gritar un poco, habríamos
estado un poco mejor, ¿no?
Durante siglos se comió carne cruda y hubo miles
de virus. ¿No podía ayudarnos a descubrir antes la penicilina y los
antibióticos? No, prefirió esconderlos en los hongos. Y eso es tener una
mentalidad de revista de crucigramas. ¿A quién se le ocurre ir a buscar los
antibióticos en los hongos? Hay gente que los buscó durante toda su vida y no
los pudo encontrar.
Es como si yo les escondiera el jabón a mis
hijos: van a lavarse, no lo encuentran, entonces se agarran tifus y cólera, y
se mueren. Al final, para divertirme, les digo: "¿Saben dónde había metido
el jabón? Debajo de la toalla, ja, ja, ja". Pero ellos ya están muertos.
Entonces, ¿qué nos quiere decir con eso? Nos quiere decir: "Soy Dios y me
cago en ustedes".
MUY BUENO :D
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