Mucho se ha hablado sobre la infiltración de la religión en
el sistema educativo de los países occidentales, con especial atención al proselitismo
creacionista en las escuelas norteamericanas debido a la anomalía que
presentan los EEUU,
único país desarrollado fuertemente
religioso. Así es motivo habitual del interés mediático mundial, los
repetidos esfuerzos de los legisladores
ultraconservadores republicanos estadounidenses por imponer una visión
cristiana a la infancia. Sin embargo, en este país en cambio una
infiltración religiosa mucho más peligrosa si cabe que en la enseñanza (porque
afecta mucho más al resto del mundo) ha pasado bastante desapercibida tanto en
los medios de comunicación norteamericanos como en la opinión pública mundial.
Me refiero a la deriva hacia el fundamentalismo cristiano
que se lleva produciendo en las todopoderosas fuerzas armadas de la única
superpotencia actual. Así el “Center
for Inquiry” acaba de publicar el documento titulado “For
God and Country” en el que se denuncia que desde los atentados del 11S de
2001, altos mandos militares fundamentalistas evangélicos (primero con el apoyo
de la administración Bush y después con la desidia de la administración Obama) han
incorporado de forma totalmente impune sus estrechos y fanáticos puntos de
vista religiosos (no olvidemos que estos ultraortodoxos cristianos consideran que la Biblia es infalible) al núcleo central de la cultura castrense, en un evidente acto
de religiosidad inconstitucional y comportamiento sectario. Así el curso sobre guerra
nuclear total contra el Islam celebrado el pasado año en el Pentágono no sería
un simple hecho aislado, sino que está perfectamente imbricado en la actual visión
del alto mando militar estadounidense para el que las misiones militares son
equivalentes a las cruzadas del Medievo.
El documento también denuncia que en las academias militares
norteamericanas el proselitismo y la evangelización religiosos son tema central,
de tal forma que a los cadetes católicos o protestantes no evangélicos se les
acusa de no ser lo suficientemente cristianos y a los que se declaran no creyentes
se les discrimina y persigue.
Cuando algún oficial denuncia esta infiltración religiosa en
el estamento militar o bien es directamente ignorando o peor aún sufre diversas
acciones punitivas entre las que se encuentra el traslado forzoso a peores
destinos.
El documento revela que durante la guerra de Iraq,
los comunicados oficiales de los oficiales del Pentágono para el presidente
Bush iban siempre precedidos de citas bélicas de la Biblia especialmente escogidas.
También, en los programas de entrenamiento para oficiales encargados de sistemas
de misiles nucleares se presentan argumentos morales extraídos de
la Biblia que supuestamente justifican el uso de armamento nuclear. Incluso en las
evaluaciones de salud mental de la tropa y marinería se incluye una visión fuertemente
teística y se considera que los individuos no creyentes tienen “deficiencias espirituales”
que deben ser corregidas. El documento indica que este proselitismo a todos los
niveles está provocando disensiones y problemas dentro de diferentes unidades
militares, al sentirse los soldados no evangélicos presionados y discriminados
por la visión religiosa imperante.
Tal es el celo evangelizador de estos altos mandos cristianos,
que incluso en las misiones internacionales como en Afganistán se ha utilizado
a los soldados para hacer propaganda religiosa mediante la entrega de biblias
escritas en los idiomas locales a los habitantes pastunes de las aldeas más
remotas, incumpliendo la normativa del propio ejército norteamericano.
En resumen, que el ejército norteamericano está
derivando cada vez más (con el peligro que eso conlleva) hacia el sectarismo
cristiano más intransigente, imagen especular del fanatismo islámico al que
pretende combatir.
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