En el país supuestamente más avanzado científicamente del mundo la
inmensa mayoría de sus ciudadanos no acepta la evolución y por el contrario
siguen creyendo ¡en pleno siglo XXI! en ángeles, demonios y demás estupideces
solo aptas para semideficientes mentales.
Y como tiene derecho al voto pues así nos luce el pelo.
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