Aunque el siempre idiotizado rebaño cristiano afirma,
ignorantemente por cierto, que la Biblia es la palabra de una entidad
omnisciente capaz de crear todo un Universo desde la nada, la más mínima
lectura racional solo puede llegar a una inexorable conclusión: la Biblia fue
escrita por profetas cuasidementes que en la práctica desconocían todo aquello
que, como bien comenta el siempre racionalmente irónico de Jim Jefferies,
estaba más lejos de unos pocos cientos de kilómetros de los pedregales judaicos.
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