El historiador británico, afincado en los siempre
particulares EEUU, Niall
Ferguson describe muy lúcidamente la gran diferencia entre los europeos y
los norteamericanos: los estadounidenses son en la práctica darwinistas
sociales, aun cuando sean profundamente anticientíficos y estúpidamente
religiosos lo que en realidad es un comportamiento irracionalmente suicida.
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