Las personas religiosas que practican su fe sin ningún tipo de fanatismo han conseguido que cualquier crítica (por más real y probada que esta sea) a la religión se considere una ofensa de mal gusto y muchas veces hasta punible por la ley.
Y esa “inviolabilidad” de la religión permite que los dirigentes cristianos, musulmanes o de la confesión que sea puedan emitir juicios, prohibiciones y sanciones que afectan a la salud y muchas veces a la vida de millones de personas, tal y como muy certeramente indica en este video el siempre combativo Sam Harris, despropósitos que no le son tolerados a ninguna otra institución que no sea religiosa.
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