Aunque la sociedad infectada por el virus de la fe ha conseguido que muchos no se acuerden que el cristianismo es particularmente dañino para la infancia. Y como ejemplo de esta verdad casi matemática el humorista David Allen explica con total ironía, pero también con verídico rigor lo que ocurre cuando un la mente de un inocente niño se enfrenta por primera vez a esa sarta de estupideces a las que el terrible adoctrinamiento de milenios ha conseguido que veamos como algo "normal".
Porque solo lo menos mentalmente afortunados miembros de esta especie de monos bípedos puede tragarse semejante sarta de sandeces.
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