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4 de junio de 2020

La moral nunca ha sido algo religioso, sino una adaptación evolutiva más

Los creyentes llevan milenios difundiendo engañosamente el erróneo argumento de que la moralidad es algo emanado de mohosos libros que recogen delirantes mitos inventados por profetas más que dementes. Sin embargo, cualquier persona mínimamente racional que conozca algo de historia y comprenda la biología evolutiva puede observar que la moral es una adaptación evolutiva más, totalmente imbricada en nuestro pasado (y hasta en nuestro presente) como especie social y que además ha ido “evolucionando” a medida que aumentaba nuestra complejidad social como cualquier otro condicionante sujeto a la selección natural.

Así, en un primer lugar los sapiens tenemos un sustrato primate muy profundo (porque es el más antiguo) del que se deriva una moralidad exclusiva hacia nuestros parientes y personas más cercanas, moldeado en nuestro comportamiento de cuando vivíamos en pequeñas bandas de cazadores-recolectores, en donde todo el mundo estaba emparentado o tenía fuertes lazos afectivos con el resto de 20 o 30 integrantes del grupo. Los otros eran individuos ajenos, sospechosos cuando no directamente enemigos, que no entraban muchos veces ni siquiera en la categoría de Humanos, con mayúsculas.

La moral de diversos textos sagrados antiguos amplía esta visión tan restrictiva por estar claramente adaptada al concepto de tribu neolítica: solo era pecado matar a los miembros de nuestra propia colectividad, aunque no los conociéramos porque podían ser miles. Así por ejemplo Iahvé era tajante y consideraba pecado el que un judío matara a otro circuncidado, pero los miembros de las otras tribus vecinas (cananeos, filisteos y demás) no gozaban de ese derecho moral y podían ser masacrados a conciencia, sus mujeres violadas, sus hijos esclavizados y sus tierras y ganados esquilmados, no sólo con el beneplácito de esa iracunda deidad, sino como lo atestigua el Antiguo Testamento en demasiadas ocasiones con su ayuda genocida.

Pasan los siglos y la moral se amplía. Así la del cristianismo está claramente imbricada en el concepto de un imperio multicultural en donde todos (sin distinción de origen o etnia) quedan ya dentro del concepto de Humanidad, algo normal teniendo en cuenta que el verdadero inventor del cristianismo es el relativamente instruido y romanizado Saulo de Tarso y no ese pobre nazareno judío analfabeto, que solo se preocupaba por el inminente Apocalipsis.

Y así ahora en el siglo XXI, en un mundo globalizado y totalmente interconectado está emergiendo también una moral global, esa que considera que todos los humanos, el resto de las especies e incluso el planeta en su conjunto (puesto que cada vez somos más conscientes del desastre ecológico que nos aguarda y que bien puede acabar con nuestra civilización) deber ser tratados con respeto ya que son los receptores de esa ética ampliada.

Pero ahí están millones de analfabetos científicos, individuos con serias taras de razonamiento que creen que por haber leído (casi siempre sin entender nada) un viejo libro, del que seleccionan torticeramente las partes que ahora son menos ofensivas frente a los más mínimos derechos humanos, pueden afirmar que toda esta larga evolución de la moral y la ética emana de divinidades inventadas por profetas, que bajo cualquier prisma mínimamente racional hoy en día serían considerados clínicamente como evidentes ejemplos de enfermedad mental. 


1 comentario:

  1. La Iglesia como Estado se deleita en monopolizar un recurso humano y presumen de ello anteponiendo siempre la palabra humildad, algo de lo que carecen. Son hipócritas hasta para eso

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