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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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27 de mayo de 2020

Ateos mudos y creyentes parlanchines



De vez en cuando aparecen por este blog cristianos más o menos indignados haciendo uso de ese recurrente y totalmente erróneo argumento de que los ateos debemos "respetar" sus creencias, y por supuesto ese respeto lleva más o menos implícito el silencio. 


Porque un ateo "respetuoso" debe ser siempre mudo y no expresar nunca lo que piensa ni en su entorno más o menos cercano y mucho menos en medios de comunicación, internet o redes sociales, para que así los creyentes puedan difundir (como están acostumbrados desde siempre) sin cortapisa alguna la buena nueva del profeta pederasta, la colérica zarza ardiente, el dios elefante o el nazareno bastardo. Porque de lo contrario el ateo irrespetuoso ofende a los creyentes.
 
Poco importa que el ateo se ofenda todos los días cuando constata que sus impuestos sirven para edificar un nuevo templo, que se unirá a esas decenas de miles de iglesias que pueblan todos los rincones de su país, mientras escasean hospitales o escuelas. 

El ateo debe mantener el silencio mientras sanitarios o educadores, profesionales que se han dejado la vista estudiando durante años, engrosan las listas de paro o se exilian en busca de un trabajo que en su nación no encuentran mientras semidefiencientes mentales, más analfabetos que un cubo, cobran sueldos públicos solo por ir vestidos de fantoches carnavaleros mientras difunden estupideces sobre asquerosas relaciones zoofílicas o dioses cocodrilo en púlpitos y hasta en colegios y universidades. 

Por supuesto que el ateo debe callarse cuando el gobernante de turno se humilla servilmente ante una siniestra estatua de escayola (más falsa que una moneda de 6 euros por cierto) y después aumenta generosamente los regalos públicos a una u otra secta de débiles mentales. 

El ateo tampoco debe protestar nunca aún cuando en su país se promulguen leyes medievales, que van en contra de cualquier conocimiento científico y hasta de los más elementales derechos humanos, sólo porqué están en consonancia con una moral proveniente de la Edad del Bronce.

Todo aquel ateo que contravenga este opresor silencio es rápidamente considerado como maleducado, irrespetuoso, intolerante y en muchos países puede sufrir multas, cárcel y hasta pagar su terrible ofensa con su vida.

Pero eso sí, que quede bien claro que sólo la religión es "tolerante" porque parece que así lo han dejado escrito los más diversos profetas en mohosos libros del pasado.



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