Aunque parezca increíble, la iglesia católica es capaz de
superarse hasta caer en los más abyectos niveles de podredumbre moral.
Porque sólo así se puede entender que un fascista redomado,
que cumplió condena por terrorismo al enviar paquetes bomba a distintos centros
oficiales y a una clínica en donde se practicaban abortos, además de disparar
contra locales de ‘top less’ o de ambiente gay acabara siendo ordenado sacerdote con el
conocimiento del propio obispado. ¿Se imaginan un sermón de este cura terrorista
hablando sobre el amor cristiano o la templanza?
Pues bien, ahora esta joya de la moral católica acaba de ser acusado de
pederastia al intentar abusar de una niña de diez años, con lo que completa el
panel de delitos que tanto ha apoyado la santa madre iglesia: el fascismo, el
terrorismo político y la pederastia.
Asco de de cuervos de dos patas.
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