Pues como no podía ser de otra manera, en este país
infectado por el fascismo se ha llegado al más ofensivo y criminal
despropósito: elevar a los altares de santidad nada más y nada menos que al
dictador genocida hispano por excelencia, Franco.
Así la iglesia católica
palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz considera que el gallego fascista
genocida con voz de pito es un santo tan importante, como para ubicar una
estatua suya con aureola incluida en el frontispicio de su basílica en la
ciudad sevillana de Utrera. ¡Y a tomar vientos la ley de Memoria Histórica, las
cientos de miles de víctimas de este criminal de guerra y sus familiares! ¿No me digan que no es para emigrar a un lugar menos hundido en la ignominia?
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