La situación en España con un gobierno enrocado en la
justificación de su inoperancia está llegando a límites propios del teatro del
absurdo. Mientras son incapaces de reaccionar frente a una crisis económica que
pensaban que se arreglaba con
un poco de sentido común o con absurdas
súplicas al santoral católico, otros gobernantes extranjeros son capaces de
dejarlos en el mayor de los ridículos si cabe. Pero ellos siguen erre que erre
aferrados a su ignorante prepotencia.
Así mientras
el primer ministro italiano pide disculpas por el exilio laboral que sufre
la juventud de su país, entendiendo que la pérdida de esos miles de ciudadanos altamente
preparados y educados es una sangría intolerable para el país (sobre todo
cuando ha sido el propio estado el que se ha gastado decenas de miles de euros
en formar a estos profesionales que acabarán trabajando para países más
desarrollados y ricos) nuestros obtusos gobernantes patrios siguen loando obcecadamente
(con esa mezcla de prepotencia y estulticia) las ventajas
de que nuestros jóvenes se marchen al extranjero.
A ver señores
Wert, Pons, Báñez, Cospedal y demás. Cuando un investigador, médico,
arquitecto o ingeniero que ha estudiado unos 20 años (con cargo a la enseñanza
pública), en perfecto estado de salud (gracias también a la sanidad pública) y todo
ello pagado con los impuestos de los españoles se marcha (desgraciadamente
para no volver), esto solo puede calificarse de tragedia. Ya que como sociedad
hemos desperdiciado el tiempo y el dinero en formar a un futuro trabajador cualificado
alemán, sueco o norteamericano. Economías por cierto, mucho más ricas y
avanzadas que la nuestra que obtienen un profesional motivado sin haber gastado
un euro en su formación. En cambio, estas personas deberían poder quedarse y
ayudar a la reconstrucción del país, pero ustedes en su infinita y arrogante ignorancia
son incapaces de entender que lo único que hacen es desmotivarlos aún más para
que ni siquiera se les ocurra pensar en volver.
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