Como dice el dicho castellano: Daniel Ortega quien te ha
visto y quien te ve. El político sandinista ha pasado de capitanear en su
juventud la lucha contra la dictadura criminal de la dinastía Somoza a ser un nuevo
iluminado del más rancio y caciquil catolicismo. Hace varios años este nuevo
paladín de oscurantismo católico abolió el artículo del Código Procesal Penal
de Nicaragua, que desde hacía un siglo permitía el aborto bajo certificación médica
cuando la vida de la madre estuviera en riesgo o la mujer hubiera sufrido daños
psicológicos al quedar embarazada después de una violación. Agárrense. Lo que
los sabios legisladores nicaragüenses del siglo XIX aceptaron como mal menor y que
cualquier persona razonable no contaminada con el virus de la intolerancia
religiosa puede suscribir por encima de sus creencias particulares lo derogó
este nuevo converso con el aplauso y beneplácito de la curia y la más
reaccionaria derecha nicaragüenses. Y eso que se pueden imaginar que en la
Nicaragua de hace 100 años los políticos católicos eran católicos de verdad.
Pues bien lejos de deshacer este entuerto, nuestro quijotesco católico ha dado
un nueva vuelta de tuerca en su locura religiosa. Como estrategia de campaña
para su reelección, su santa y también adocenada esposa, está utilizando
la violación de una niña de 12 años que presentaba riesgo para su vida durante
la gestación como arma política. No sólo este matrimonio de deficientes
mentales está contento con haber obligado tras una cesárea al nacimiento de una
criatura fruto de uno de los mayores horrores que puede sufrir una mujer adulta
y no digamos ya una púber que debería seguir en el colegio, sino que la mujer
de Ortega ha declarado que ese nacimiento oprobioso que marcará para siempre a
la menor es y cito textualmente “Es un milagro y es un signo de Dios. Hemos
trabajado de acuerdo con las creencias y costumbres de la cultura mayoritaria
de Nicaragua, en defensa de la vida” Menudo milagro de un dios que en su nombre
se va a torturar a una niña a un futuro de vergüenza y horror en donde
constantemente recordará en la vida de su propio hijo todo el sufrimiento de la
violación. La verdadera justicia divina
sería que ambos cristianos esposos: Ortega y compañía fueran violados por una
panda de hooligans borrachos, que lo grabaran con todo tipo de detalles y que a
partir de ese momento, se les obligara todos los días de sus miserables vidas hasta
su muerte como centenarios decrépitos a visionar el video del evento. Así no olvidarían
nunca ese horror y ese sufrimiento y podrían dar gracias a su dios por vivir
dentro de un cultura en defensa de la vida.
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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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Debe ser que con la edad, los Ortega quieren ponerse a bien con ese Dios tan cruel.
ResponderEliminarDebe ser que con la edad, los Ortega quieren ponerse a bien con ese Dios tan cruel.
ResponderEliminarBueno, total, como ustedes ya nacieron que les importa los que apenas tienen la oportunidad de hacerlo, verdad?
ResponderEliminar´´Los que están a favor del aborto, ya nacieron.´´ (Ronald Reagan)
Que Dios los bendiga a todos
Hugo
ResponderEliminarYo no se si hubiera querido nacer para luego saber que soy el producto de la violación de mi madre por parte de mi asqueroso y criminal padre-abuelo y que además soy el eterno recordatorio para mi madre en toda su triste vida del terrible crimen.
Si mi madre no hubiera podido soportar ese dolor y me hubiera abortado pienso que no sería capaz en conciencia de reprochárselo, porque yo no habría nacido y por tanto tampoco sufrido ni tenido que enfrentarme a ese terrible dilema.
Si tu no tienes dudas de eso, y le impides a la mujer la libertad de elección en ese tan traumático y horrendo momento,
ya estás diciendo mucho de tu moral o en este caso de tu absoluta falta de moral.