Se ha celebrado hoy en Madrid otra más de las famosas misas en defensa de la familia cristiana, y creo que ya van mil, patrocinada por la iglesia católica. Son los mismos con los mismos argumentos de siempre. A saber, padres católicos rodeados de su numerosa prole nos dicen al resto de la humanidad: divorciados, separados, parejas de hecho, gays, lesbianas, etc. que les ofendemos con nuestra mera existencia y con nuestra contumaz obcecación en no comprender que ellos y sólo ellos tiene la única verdad revelada por un aburrido y caprichoso dios.
A mí personalmente me da exactamente igual cómo viven su vida estos estúpidos luminados: que recen todo lo que quieran a su dios o al ratoncito Pérez a ser posible en voz baja, que sólo practiquen sexo para procrear (menuda escasez de orgasmos; peor para ellos, allá cada cual con su vida), que hagan caso de las imbecilidades de un anciano nazi que además está senil, que no coman carne en Cuaresma porque consideran que se comen a su dios-hijo o algo parecido, que no utilicen preservativos porque destruye almas, etc. pero por favor que no nos molesten con su discurso cavernícola.
Por contra lo que verdaderamente me agravia y veja es que se consideren encima perseguidos y ofendidos, ellos que llevan siglos martirizando y acosando a quienes piensan de forma diferente. Y todo porque la mayoría de los españoles no les hacemos caso y no les reconocemos como virtuosos ejemplos a seguir. Y encima montado un tinglado en Madrid que cuesta millones de euros al ayuntamiento del meapilas Sr. Gallardón, es decir a todos los contribuyentes madrileños. Y además como son unos megalómanos pues nos plantan en mitad de la plaza de Colón un altar presidido por un símbolo de tortura como es una inmensa y hortera cruz de 20 metros de altura para gozo y disfrute de sus retorcidos, repulsivos y macabros gustos.
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