Los creyentes se enfrentan a un terrible dilema, elegir
entre un dios sádico que diseño un mundo cruel lleno de dolor, sufrimiento e
injusticias o atender a la ciencia que ha demostrado que todo es debido al más
puro azar geológico y genético.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
La única característica de los sapiens en comparación con el resto de los mamíferos es que tenemos una increíble capacidad para pensar y razonar. Y sin embargo profetas de toda época y condición, aunque presumen de que los humanos somos “especiales”, intentan por todos los medios que los monos bípedos de nuestra especie seamos tan irracionalmente estúpidos como una lamprea.