Los estadounidenses presumen de su gran nación, pero para la gran mayoría de sus ciudadanos la vida no es tan de color de rosa, ya que quizás allá algo mucho peor que ser pobre en el Tercer Mundo y es ser muy pobre en el país más rico del mundo.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
Los estadounidenses presumen de su gran nación, pero para la gran mayoría de sus ciudadanos la vida no es tan de color de rosa, ya que quizás allá algo mucho peor que ser pobre en el Tercer Mundo y es ser muy pobre en el país más rico del mundo.
El economista Robert Reich demuestra que los EEUU son el país desarrollado que menos protege a sus ciudadanos, mientras por el contrario subvenciona con los impuestos de todos los ciudadanos más que generosamente a grandes corporaciones y multimillonarios.
Los religiosos afirman ser humildes, pero su creencia les delata como unos verdaderos engreídos puesto que alegan ser la causa por la que un ser atemporal, todopoderoso y omnisciente creó un casi infinito Universo y diseñó toda la diversidad de la vida contenida en un pálido punto azul de la inmensidad cósmica para que ellos, unos insignificantes monos bípedos, pudieran tener una relación especial con la divinidad y ver satisfechos sus mezquinos deseos. En resumen, infantiles, ególatras y arrogantes a más no poder.
Las personas religiosas que practican su fe sin ningún tipo de fanatismo han conseguido que cualquier crítica (por más real y probada que esta sea) a la religión se considere una ofensa de mal gusto y muchas veces hasta punible por la ley.
Los defensores del neoliberalismo nos han impuesto, casi como un dogma religioso, la idea de que la globalización es un maravilloso milagro económico que beneficia a todo el mundo.