En resumen, que a estas alturas del siglo XXI adultos hechos y derechos sigan creyendo en palomas fornicadoras, serpientes parlantes, gorrinos endemoniados y demás sandeces solo aptas para semideficientes mentales debería ser prueba evidente de la necesidad de estar tutelados por los servicios sociales y que por supuesto se les debería invalidar sus derechos electorales porque ¿con qué tipo de juicio van a decidir estos papanatas iletrados sobre los asuntos más que complejos que afectan a una sociedad moderna?



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