Pero sin embargo, como ninguna de las dos posibles explicaciones les satisface en su infantil ego entonces esconden la cabeza como los avestruces para no ver la realidad mientras se engañan con ese imposible cuento chino de que un dios benevolente (y también muy rijoso porque les escruta en sus secretos de alcoba) está pendiente de ellos y sus simples miserias para dirigirles a una inexistente felicidad infinita, mecanismo psicológico que les convierte en presa fácil de iluminados y estafadores con sotana, que les parasitan en esta única vida que existe.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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