A día de hoy miles de santones, gurús y profetas varios afirman
tener naturaleza divina y obrar los más portentosos milagros. Sin embargo la mayoría
de los habitantes del planeta no les dan ninguna importancia porque para ellos
la época de los milagros fue hace dos milenios (para 2.400 millones de
cristianos) o hace milenio y medio para otros 1.900 millones de musulmanes.
Entonces si casi nadie cree a los nuevos profetas y santones, que tienen miles o millones de “testigos” oculares de sus supuestas proezas sobrenaturales ¿por qué narices alguien en su sano juicio debería creer que un demente circuncidado multiplicó panes y peces o que un beduino pederasta subió al cielo a lomos de un alado corcel? cuando además sus afirmaciones nadie puede contrastar.
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