La única y real diferencia entre las creencias de la
infancia como Papá Noel o el ratoncito Pérez y las religiones
organizadas es la constante presencia de toda una casi infinita propaganda a
todos los niveles sociales que permiten que personajes tan desequilibrados
mentalmente como Jesucristo o Mahoma sigan siendo idolatrados por toda una
legión de semideficientes más o menos profundos, cuando deberían estar en el olvido más insignificante.
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