Nadie en Occidente se sorprende
ya de que tal o cual sacerdote o monje cristiano cometa los más viles “pecados”
y hasta delitos perseguibles por el código penal. Pero hasta ahora esos
bonachones monjes budistas, con tan solo su túnica azafrán parecían ajenos a
las tentaciones mundanas.
Pero, tal y como se ha destapado en los últimas días, en todas las religiones cuecen habas y así en Tailandia han encontrado que varios monasterios budistas formaron una red de sexo, extorsiones y blanqueo de capitales digna de una novela negra.
En resumen, nada nuevo bajo el sol porque los que más se enorgullecen de su ¡humildad! (religiosa por supuesto) suelen ser los más delincuentes y depravados ¡y si no que se lo digan a la santa y pederasta iglesia católica!
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