Los creyentes en su patética ignorancia afirman que la religión responde a todas las
preguntas, cuando en realidad no contesta ninguna cuestión ya que es como un pobre
titiritero de feria que intenta engañar con trucos del tres al cuarto a esos
tan numerosos como estúpidos miembros de una especie de irracionales monos
bípedos.
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