Miles de millones de personas siguen ancladas al
oscurantismo medieval (en el mejor de los casos) de los absurdos delirios del
monoteísmo abrahámico, ese que exige cortar el pene a tu hijo recién nacido, tratar
a tu mujer como a una cabra o apedrear a los que no comen lo que no deben o
fornican con quien no deben.
Y quizás sea hora ya en este siglo XXI, no solo ya de dejar de venerar a esos profetas dementes sino que también sería moralmente necesario juzgar (con los derechos derivados del racionalismo) a todos esos sotanados (obispos, ulemas y rabinos) que siguen imponiendo el terror psicológico (y a veces también físico) sobre una población básicamente infantilizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario