Uno de los grandes problemas que arrastra la Humanidad casi
desde sus más lejanos orígenes es que hemos dado demasiada importancia a
individuos que bajo el más mínimo criterio racional son simples enfermos
psiquiátricos, personajes que encima llevan milenios pregonando a los cuatro
vientos que el dejar de pensar y el actuar bajo absurdas y delirantes
revelaciones es una de las mayores virtudes que puede llegar a tener una
persona. Y eso en un mundo tan problemático y complejo como el actual es muy
peligroso.
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