Porque este es el único y verdadero milagro de la religión: convertir a supuestos seres humanos racionales en individuos tan estúpidamente alienados que son capaces de creer que una serpiente parlante engañó a los primeros humanos, que un beduino pederasta de la Edad Media subió al cielo en su blanco corcel, que una paloma extraterrestre violó a una muchacha judía, que un trozo de pan y un poco de vino se convierten en carne y sangre humanas cada domingo en decenas de miles de iglesias de todo el mundo simplemente porque un analfabeto vestido de carnaval hace magia potagia, que un dios colérico y celoso regaló un trozo de desierto a aquellos humanos que han sido capaces de mutilarse el pene, que la sangre es tan impura que es preferible dejar morir a tu hijo si necesita una transfusión sanguínea o en el resto de absurdeces solo aptas para semideficientes mentales que contienen los libros “sagrados” de cualquier creencia.
Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
22 de enero de 2025
La religión corrompe el sentido de la realidad de los humanos
Si alguien hace una afirmación absurda o delirante, todo el
mundo se da cuenta y muchos de ellos se mofarán del defensor de esa estupidez. Sin
embargo, con la religión ocurre todo lo contrario: cuando más estúpida,
ilógica, trastornada o imposible sea la afirmación propuesta por el profeta o
sotanado de turno, más posibilidad tiene de que no sólo sea creía a pie
juntillas, sino que con un poco de mala suerte acabe siendo la guía espiritual
y moral de esa abrumadora mayoría de monos bípedos que usan únicamente su
cabeza para ponerse el ridículo sombrerito, pañuelo o hijab que tanto parece
agradar a esas esquivas divinidades que llevan milenios corrompiendo la mente
de los más simples.
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