Los religiosos afirman ser humildes, pero su creencia les delata como unos verdaderos engreídos puesto que alegan ser la causa por la que un ser atemporal, todopoderoso y omnisciente creó un casi infinito Universo y diseñó toda la diversidad de la vida contenida en un pálido punto azul de la inmensidad cósmica para que ellos, unos insignificantes monos bípedos, pudieran tener una relación especial con la divinidad y ver satisfechos sus mezquinos deseos. En resumen, infantiles, ególatras y arrogantes a más no poder.
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