Dentro de la absurda mentalidad religiosa en donde todo lo
que ocurre es debido a los inextricables, y demasiadas veces criminales,
designios de un dios siempre violento las recientes inundaciones en el Caribe
tienen una clara lectura.
Y es más que evidente que Tejas, uno de los lugares más
cristianamente religiosos del mundo, ha debido enfadar y mucho a ese Iahvé supuestamente
misericordioso, pero que a las primeras de cambio es capaz de enviar una o
siete plagas a esos pobres monos bípedos que no alcanzan a cumplir sus más que particulares
expectativas.
Y por supuesto, ni siquiera los más santos lugares se han salvado
de la ira de dios, o de Alá, o de Ganesha o del dios cocodrilo, porque si yo fuera tejano me plantería muy seriamente si estoy adorando al dios correcto.
Hola:
ResponderEliminarYa imagino lo que pensarán en Tejas: "Dios ama a sus hijos y por ello nos pone a prueba para que seamos fuertes en la fe, para que seamos salvos". Para ciertas personas será castigo divino, pero otras insistirán en un enfoque diferente.
He oido muchas veces esa respuesta frente al problema del dolor.
De hecho, a medida de que aumenta la seguridad en las sociedades la creencia en Dios se debilita o incluso desaparece.
En cambio, ante desastres naturales, suele haber un rebrote de la fe en Dios en forma significativa. El desamparo del ser humano frente a la naturaleza aún en pleno siglo XXI. Les satisface a los creyentes psicológicamente hablando.
Saludos.