Estoy cansado de ver en diferentes farmacias de Madrid el cartel de que están especializadas en homeopatía. Lo cual resulta además de chocante verdaderamente vergonzoso. ¿Cómo un servicio público regulado por el sistema sanitario español permite la venta de preparados que no contiene ningún principio activo? Es decir que junto a verdaderos medicamentos que han superado rigurosas pruebas científicas para demostrar sus efectos curativos se venden botes que no contienen nada por el mismo precio. ¿No resultaría absurdo si cuando fuéramos a una gasolinera pudiéramos elegir entre gasolina y un preparado de agua para llenar el depósito de nuestro coche? Sería lo mismo que si una tienda vendiera al lado de vestidos, pantalones y chaquetas un envoltorio vacío sin ninguna prenda de ropa. Todo ello me recuerda el viejo cuento de Andersen sobre aquel rey que se compró un traje de una tela especial que era tan ligera e invisible que nadie poder detectar. El presumido rey se puso el carísimo traje nuevo y desfiló orgulloso por la ciudad hasta que un niño simplemente dijo “pero si el rey va desnudo” y se descubrió el engaño. Pues bien, no deberíamos esperar a que aparezca un nuevo niño sensato para desenmascarar a todos aquellas personas y empresas sin escrúpulos que se enriquecen traficando con la desesperación y la ignorancia de nuestros enfermos.
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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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