Así, la sanidad, la educación, los escasos servicios sociales del país y hasta la investigación están siendo directamente desmantelados. Las fábricas cierran y la pobreza y la indigencia han alcanzado niveles récord nunca vistos en las últimas décadas.
Y todo ello para conseguir el gran “logro” de que la inflación suba más moderadamente que en años anteriores (ya que no baja, como mentirosamente arguyen los voceros del capitalismo salvaje) pero, como reza el viejo dicho castellano de que “muerto el perro, se acabó la rabia”, este control relativo sobre la subida de los precios se ha conseguido porque casi nadie tiene dinero en el país para comprar nada, ya que el desastre es de tal magnitud que ahora la Argentina tiene precios de Londres y salarios o pensiones de miseria ¡viva Milei!.
En resumen, que los argentinos están descubriendo que como se dice en mi tierra: han salido de Guatemala para entrar en Guatepeor y que no hay nadie más tonto que un obrero/pensionista de (ultra)derechas.
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