Todos los creyentes, sea cual sea su religión en particular tienen un mismo denominador común: son capaces de identificar las absurdas contradicciones y las patéticas irracionalidades de todas las religiones excepto por supuesto la suya propia, aunque es más que evidente que los ritos y dogmas de su propia creencia son igualmente falsos a la vez que tan desatinados como los de las demás religiones.
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