Un divertido sketch en el que se parodia esa estúpida afición que tienen los deportistas para agradecer a su dios que han derrotado al equipo contrario, contrincantes que por supuesto también adoran a la misma inexistente deidad.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
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