Esos mismos cristianos afirmar sin rubor ni vergüenza intelectual alguna que todos los domingos y fiestas de guardar miles de fantoches vestidos de carnaval convierten en todo el orbe cristiano un trozo de pan y un poco de vino en el cuerpo verdadero y la sangre real de ese nazareno demente que supuestamente surfeaba en el mar sin tabla alguna, despeñaba gorrinos endemoniados por acantilados, curaba a leprosos y ciegos sin medicina alguna y sobre todo hacia competencia comercial deslear a honrados panaderos, vinateros y pescaderos circuncidados.
Pero eso sí, que quede bien claro que los cristianos son “humildes” en sus más que delirantes afirmaciones, a los cuales debemos mostrar el debido respeto aun cuando es evidente que deberían estar (primero por su propio bien y después para tranquilidad de los racionalistas) fuertemente medicados y sujetos a los expertos cuidados profesionales del gremio de la psiquiatría.
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