Los humanos somos seres complejos y muchas veces más sentimentales que
racionales, por lo que en ocasiones podemos ayudar o apoyar a personas, grupos o
políticas que van en contra de nuestros más básicos intereses.
Pero como muy bien indica la periodista Julia Otero, se puede votar contra los propios intereses cuando van en contra de nuestros más firmes principios siempre que en el fondo nos afecten moderadamente, pero lo que es de imbéciles completos es votar en contra de esos intereses personales que nos mantienen alejados de la pobreza y vivos a nosotros, y lo que es más importante a nuestros hijos.
Porque ya lo explicó muy claramente Gramsci con su concepto de la "hegemonía cultural", fenómeno de manipulación de las masas consistente en convencer a los pobres de que la única realidad posible pasa por aceptar y someterse a los interesados y manipuladores mitos que favorecen a los poderosos, esos mismos cuentos chinos que transmiten constantemente los medios de (des)información de toda época y condición.Y si no que se lo digan a la santa (y pederasta) madre iglesia católica, la cual lleva 2.000 años viviendo gracias a este manipulador y criminal concepto.
P.D:
Especialmente dedicado a todos esos estúpidos fachapobres que nos están llevando a todos al abismo del más cruel y tenebroso Tercer Mundo por su más que demostrada ignorancia y fanatismo.




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