Porque a la vista de los estudios antropológicos realizados en las últimas décadas (como por ejemplo los del Dr. James Suzman), los occidentales quizás deberíamos cesar en nuestro altivo pavoneo (que tiene poca o nula justificación real) y estar más abiertos a pensar y a actuar un poco como estos humildes grupos humanos a la hora de enfrentarnos a unos desafíos globales cada vez más acuciantes, problemas que hemos provocado nosotros mismos y que de no cambiar de mentalidad puede que nos lleven al más absoluto desastre.
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