Y por ello asumieron, erróneamente por supuesto, que si ellos con sus limitadas fuerzas eran capaces de modificar algo el mundo que les rodeaba entonces esos fenómenos tan grandiosos como inundaciones, lluvia, relámpagos, tormentas, truenos y demás fenómenos naturales debían ser realizados por entes superiores.
Y así, partiendo de esta defectuosa y errónea manera de pensar, nuestra disparatada inventiva humana llenó rápidamente la naturaleza de diferentes entidades sobrenaturales como duendes, elfos, hadas, trasgos y después con ángeles, demonios y dioses hasta llegar a la actual y más que delirante diversidad de religiones con mitologías completamente excluyentes entre sí, cultos que solo tienen una cosa en común y es que todos ellos son igualmente erróneos.



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