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8 de abril de 2025

La supuesta resurrección de Jesús no tiene por dónde cogerse

Los
cristianos llevan dos milenios afirmando que el cuento de la resurrección del nazareno demente es cierto, pero después de este larguísimo tiempo nunca nadie ha presentado la más mínima prueba que respalde tan osada como increíble afirmación. 

Sin embargo, el análisis de los textos “sagrados” del Nuevo Testamento no dejan lugar a dudas: fueron escritos por desconocidos que no tuvieron contacto alguno ni con el supuesto mesías, ni con sus sospechosos discípulos, ni con ningún testigo del magno evento muchas décadas después de los mitos narrados; estos evangelistas eran además estrictos adeptos que plasmaron simplemente los deseos de los fanáticos miembros de su extraña comunidad; además ni siquiera se ponen de acuerdo entre ellos cuatro a la hora de narrar los “milagrosos” eventos y para colmo, nadie fuera de ese minoritario círculo de adeptos tiene constancia de que

“… las tumbas se abrieron y muchos creyentes muertos resucitaron. Después de la resurrección de Jesús, esas personas salieron del cementerio y fueron a Jerusalén, donde se aparecieron a muchos. El centurión y los soldados que vigilaban a Jesús, horrorizados por el terremoto y los demás acontecimientos, exclamaron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!”

Ya que si ese impactante y demoledor hecho hubiera sido real es inimaginable que sus ecos no hubieran corrido por todo el Imperio e innumerables cronistas judíos o romanos lo hubieran narrado, catalogado, discutido y rediscutido hasta la saciedad y hasta el mismísimo emperador se hubiera enterado.

Pero sin embargo, he aquí que en pleno siglo XXI cientos de millones de pobres ignorantes siguen creyendo que el hijo demente de un carpintero judío andaba sobre las aguas, curaba a ciegos y leprosos, despeñaba gorrinos endemoniados por acantilados, mientras violaba todas las leyes conocidas de la naturaleza simplemente para que su padre/él mismo y la paloma fornicadora se olvidaran del engaño que una serpiente parlante realizó a un trozo de barro y a su costilla.

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