Si los idiotizados religiosos tuvieran razón, y un ser
omnisciente y todopoderoso nos hubiera creado con todos esos defectos que luego
tanto le enervan y que nos condenan al fuego eterno, solo cabría una única y
demoledora conclusión: que esa entidad es el peor psicópata posible y que por
tanto sus adoradores son casi tan culpables como él.
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