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PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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29 de enero de 2025

Nadie puede hacer el Mal tan ignominiosamente como los religiosos

El Premio Nobel de Física Steven Weinberg sentenció muy acertadamente el gran peligro en el que consiste la religión con su lapidaria frase de que: "Con o sin religión, la gente buena puede portarse bien, y la gente mala puede hacer mal; pero para que la gente buena haga el mal, se necesita la religión". Y un terrible ejemplo de ello acaba de ocurrir en Australia.

Un dios “misericordioso” bendijo a unos piadosos padres australianos con una hija diabética y mientras la pequeña recibió su dosis diaria de insulina se mantuvo sana. Pero he aquí que el sotanado de turno decidió “sanar” a la niña con los famosos remedios cristianos: rezar, rezar y rezar por la curación de la pequeña, lo que es lo mismo que no hacer nada.

Pasado un tiempo, el líder espiritual supo por tener comunicación directa con la divinidad que la niña estaba “curada” y por tanto recomendó a sus padres que dejara de administrarle la herética insulina porque dios había obrado el milagro.

Los descerebrados padres siguieron el terrible consejo espiritual y la pequeña dejó de recibir su dosis de insulina. Por supuesto, la niña rápidamente enfermó y ¿cuál fue la respuesta? Pues el cura, los padres y el resto de idiotizados miembros de su iglesia empezaron a rezar y rezar, cada vez con más ahínco porque la chiquilla empeoraba. aun cuando el criminal pastor les decía a los padres que “Dios prevalecerá”.

De nada sirvieron los cánticos, los rezos y las súplicas a la siempre esquiva deidad y tras cuatro días de agonía, la pequeña falleció.

¿Y qué hicieron luego los imbéciles criminales? Pues como buenos idiotizados miembros del rebaño cristiano siguieron rezando para que su miserable diosecillo del tres al cuarto obrara un milagro porque según ellos “Dios la resucitara de entre los muertos”.

Al final cuando la policía llegó al lugar del asesinato colectivo encontró a la niña muerta y a una veintena de criminales imbéciles tocando música, cantando y rezando. Ahora estos ignorantes han sido declarados culpables de homicidio y están a la espera de sentencia, la cual debería ser lo más dura posible.

En resumen, el único milagro real de la religión es conseguir convertir a los humanos en patéticos seres ignorantes, irracionales y criminales de la peor calaña.

 

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