Los creyentes siempre piden respeto intelectual ante sus más
evidentes estupideces. Sin embargo, la creencia en los dioses es totalmente
equiparable a la creencia en duendes y hadas.
Ya que duendes, hadas y dioses provienen del mismo sustrato mental: esa peculiar característica de los cerebros humanos de intentar encontrar patrones y respuestas, incluso cuando no existen.
Por tanto, los religiosos deberían aprender de cómo los creyentes en las hadas y en los duendes desaparecieron del mundo moderno y seguir sus pasos hacia el más que merecido olvido.
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