Los cristianos en su delirante irracionalidad adoran a su ser que, en caso de existir debería ser considerado un sádico psicópata genocida que, lejos de "amar" a su creación se ha dedicado desde tiempos inmemoriales a hacernos sufrir y morir de las formas más criminalmente dolorosas.
Pero he aquí que a día de hoy miles de millones de aborregados cristianos siguen anclados en los estúpidamente ofensivos mitos de pastores de cabras de los desiertos del Oriente Próximo.
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