La miserable doctrina cristiana dicta que por muy buena persona que uno sea y aunque no haya realizado ninguna actividad reprobable terminará irremediablemente padeciendo en el Infierno por toda la eternidad si no pertenece adecuadamente al rebaño cristiano.
Y entonces, todos aquellos que por imposibilidad como es el caso de aquellos con minusvalías psíquicas o por haber nacido en una cultura diferente (judíos, budistas, sintoístas, musulmanes, hinduístas, etc.) que no se bauticen y confiesen sus “pecados” ante un sotanado que muy probablemente es un pederasta confeso (pero eso parece que no molesta a la tan particular deidad judeocristiana) terminarán en las calderas de Pepe Botero, tal y como muy ácidamente recuerda este demoledor fragmento de la siempre racionalista e irreverente serie “South Park”.
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